Si lo analizamos, los chupetes surjen porque la madre no puede ofrecerle el pecho a su hijo siempre que éste tenga necesidad de succionar (en muchos casos, la separación temprana que supone la reincorporación al trabajo de las madres es el principal motivo).
Así, el chupete es una burda imitación del pecho con la que los bebés aprenden a consolarse y relajarse utilizándolo en lugar del pecho de su madre. Pero esto no significa que el pecho materno sea peor o que la madre que da el pecho y no le da chupete a su hijo sea “un chupete con patas”.
Sería más acertado decir que el chupete es “una teta de plástico”, puesto que la teta estaba antes que el chupete.
Probablemente, los bebés cuyas madres que pueden permitirse darles el pecho a demanda durante más que unos pocos meses (2 años como mínimo es o que recomienda la OMS) no quieren un chupete, quieren teta. Es lo más natural y lo que llevamos en nuestros genes (los humanos antiguos no tenían chupete y en muchas culturas preindustriales actuales tampoco lo tienen).
Por lo tanto, creo que las madres que ofrecen su pecho a su bebé en lugar del chupete deben ser respetadas y no criticadas. Es una opción adecuada y beneficiosa siempre y cuando la madre y el bebé estén agusto de esa manera. El pecho materno como consuelo, afecto e interacción no tiene ninguma contraindicación.