Normas, límites y convivencia familiar

Consulta a la psicóloga Mónica Serrano:

Hola, soy madre de dos niños, de 7 años y medio y 3 respectivamente. Mi hijo mayor siempre ha sido muy difícil, y ahora que está creciendo está empeorando.

Siempre ha sido un niño muy cariñoso, y que exigía muchas atenciones, pero nunca le ha gustado obedecer. Es muy inquieto, aunque no hiperactivo. Ya hemos ido a psicólogos, pero no hemos resuelto el problema.

Quiere hacer siempre su voluntad, y nos desobedece abiertamente a mí y a mi marido. El No, nunca es no para él. Es súper insistente cuando quiere algo, y razonar con él nunca ha funcionado, porque él siempre continua insistiendo en lo mismo.

Siempre tuvo dificultad para obedecer, inclusive en el colegio. En casa sólo funciona cuando llegamos al extremo de gritarle o darle un azote. No funciona de otra forma. Es muy frustrante. Consigue desequilibrar a toda la familia. Se lo comen los celos con su hermano, que es un niño mucho más tranquilo, aunque ahora está empezando a seguir la misma línea de comportamiento que su hermano.

Hemos llegado a un punto en el que no sabemos que más hacer con él. Siempre está enfadado, se queja de todo y no se le puede pedir nada. Acabo cogiéndole tanta manía que no me dan ganas ni de ser cariñosa con él. Eso me entristece mucho, porque me hace sentir muy mal como madre. Siempre fui dedicada a mis hijos, dejé de trabajar para cuidarlos, y sin embargo parece que lo estoy haciendo fatal.

Agradezco su ayuda.

Respuesta:

Estimada amiga. Muchas gracias por compartir con nosotras la situación que estás viviendo y espero que mi respuesta te sirva de ayuda.
Tal y como expresas en tu consulta, la dinámica de tu familia se está viendo alterada y tú achacas este problema al comportamiento de tu hijo mayor. Esto te hace sentir cierto rechazo hacia el niño, lo cual te genera sentimientos de tristeza y culpabilidad.
Ante esta situación, es importante abordar dos aspectos: las relaciones entre los miembros de la familia y las emociones que la relación con tu hijo te generan.
Como comentas, tu hijo es un niño cariñoso, inquieto, perseverante en sus deseos y que presenta cierta dificultad a respetar normas y límites. Esto es lo que más altera, en tu opinión, el funcionamiento familiar, desencadena conflictos constantes, hace que el niño esté casi permanentemente enfadado y que a ti cada vez te apetezca menos ser cariñosa con él.
Por lo tanto, se observa claramente que la relación con tu hijo está empezando a deteriorarse debido a los conflictos motivados por la dificultad para respetar normas del niño. De esta manera, es necesario que os replanteéis qué está sucediendo en lo relacionado con los límites, pues es eso lo que está generando gran parte de los problemas.
Cuando se observa un problema de este tipo en las familias, es interesante que los padres analicen de una manera reflexiva su manera de establecer límites. En estas ocasiones, los padres deben observar qué tipo de límites y normas están estableciendo, de qué manera y si el cumplimiento de éstos es verdaderamente necesario.
Así, deben evitarse las normas o límites arbitrarios o innecesarios. Con esto me refiero que, a veces, los padres ponemos normas o límites que podrían eliminarse y la convivencia familiar o el desarrollo de los niños no se vería afectado.
Es más, muchas veces, eliminar normas innecesarias es positivo, pues se propicia un ambiente más relajado, en el que los niños pueden actuar con menos tensión.
Cuando en casa se imponen normas y límites en exceso, algunos niños tienden a rebelarse constantemente, pues el ambiente rígido les impulsa a buscar un margen de acción más amplio. De esta manera, los niños tratan de encontrar espacio para su autonomía y autoafirmación personal a través de la oposición a las normas.

Con todo esto, se entiende que si se relajan las normas, los padres permiten al niño el espacio de actuación independiente y de autoafirmación de la propia identidad que necesita, el niño no tendrá que rebelarse para conseguirlo (pues ya lo tiene) y los conflictos disminuirán.

 

Si la frecuencia de los conflictos disminuye, la calidad de las relaciones familiares aumenta, dando cabida a interacciones mucho más positivas entre padres, hijos y hermanos.
Así pues, cuando el clima familiar se relaja, la convivencia es más fácil y las emociones de los miembros de la familia se vuelven más positivas. Probablemente, tu hijo dejará de estar permanentemente enfadado y tú dejarás de experimentar sentimientos de rechazo hacia él, por lo que tus emociones de tristeza también disminuirán.

De esta manera, es importante que los padres reflexionéis y establezcáis las normas y los límites que consideráis necesarios. Del mismo modo, debéis eliminar los que consideréis menos importantes.

 

Un criterio a seguir a la hora de establecer normas y límites es priorizar los relacionados con la seguridad personal y el respeto a los demás. En estos casos, los límites han de ser claros y de obligado cumplimiento. Los demás pueden eliminarse, atenuarse o flexibilizarse.
Por otra parte, para que mejore la relación con tu hijo y el funcionamiento familiar es esencial promover interacciones positivas entre vosotros. Para ello es importante que felicites a tu hijo por cada pequeño logro. De esta manera, debes establecer metas intermedias en vez de sólo la meta final. Así, será más fácil que consiga las pequeñas metas intermedias y puedas felicitarle por ello.
Por ejemplo, en vez de pedirle que “recoja su habitación” le pediremos “recoge ese coche”, “pon el cojín encima de la cama”, “guarda los lápices en el estuche”… y se le felicitará por cada pequeño logro, aunque no alcance por completo la meta final (la habitación no queda completamente recogida).
Del mismo modo, hay que ofrecer al niño alternativas a lo que se quiere evitar. Como comentas, tu hijo no respeta el NO. Lo que el niño posiblemente necesita es una alternativa: “No hagas eso, mejor haz esto o aquéllo”. Tan importante es decirle lo que no debe hacer como darle una o varias alternativas a su conducta.
Asimismo, es importante que permitir al niño tomar decisiones, establecer acuerdos con él, hacerle partícipe activo de la dinámica familiar. Si se siente implicado en el establecimiento de normas y rutinas, le será más fácil cumplirlas.
Es esencial que propicies a diario la vivencia de experiencias familiares positivas, de momentos agradables. Es importante que dediquéis tiempo a disfrutar de actividades agradables en familia. Esto hará que mejore el clima familiar y la relación entre vosotros.
No debes olvidar que debes permitir y ofrecer un espacio a las emociones negativas de tu hijo, es decir, observarlas con una mirada empática, acompañarle mientras las experimenta y darle afecto para que pueda canalizarlas positivamente. Así, sus enfados tendrían un espacio de contención en la familia que le permitirán canalizarlos de manera adecuada.
Del mismo modo, debes permitirte a ti misma tus emociones negativas, enfrentarte a ellas, observar qué está produciéndolas y por qué. Probablemente, los conflictos con tu hijo despiertan recuerdos, sensaciones, miedos… Debes conocerlas para comprender por qué te sientes tan triste.
Asimismo, cuando la dinámica familiar mejore y la relación con tu hijo sea más positiva, seguramente tus emociones de tristeza y rechazo disminuirán.
Con todo esto, espero haber podido ayudarte. No obstante, puedes contactar conmigo en la dirección psicologa@bambulah.es para cualquier aclaración o profundización que necesites.
Un abrazo fuerte.
Mónica

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