Cada vez que pronunciamos la frase “no llores”, estamos propiciando la represión de un mecanismo natural muy poderoso de gestión emocional.
El llanto facilita la regulación del estrés de la persona que necesita llorar.
Asimismo, llorar propicia el procesamiento emocional de la persona.
Cuando a alguien se le pide que evite llorar, se le está generando confusión y sentimientos de poca valía y sensación de incomprensión.
Cuando se le pide a alguien que no llore, se está cerrando la puerta a la compresión mutua y el acercamiento en la relación.
Esto contribuye a la sensación de soledad de la persona que necesita llorar.
Con la represión del llanto se orienta a la persona a buscar recursos sustitutos de gestión que, muchas veces, serán agresivos debidos al estrés que no se ha podido regular a través del llanto.
El llanto ha de ser permitido y acompañado desde la comprensión y la aceptación.
La persona que llora está regulándose de manera asertiva y conectada.
Mónica Serrano Muñoz
Www.psicologiaycrianza.com
Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga
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