La sociedad patriarcal infantiliza a las mujeres. La presión hacia la eterna juventud desde lo físico y estético penetra en lo psicológico y emocional.
Llegamos a la edad adulta sintiéndonos niñas, hijas perpetuas que necesitan permiso, validación y consejo constante.
Encontramos dificultades para poner límites, decir que no, aceptarnos, tomar decisiones.
La infantilización de la mujer nos deja en un estado constante de devaluación, miedo y desorientación.
El reconocimiento de nuestra parte adulta resulta básico para lograr un equilibrio con esa parte niña y conseguir bienestar emocional.
Te animo a ver este vídeo donde te cuento con mayor profundidad sobre este tema:
Mónica Serrano
Psicóloga Humanista