Si nos enfocamos en lo esencial, ¿cuál es el fin último de la mayoría de las madres? ¿Cuál es el deseo más profundo de todas en cuanto a la maternidad y la crianza se refieren? Todas queremos que nuestras hijas e hijos sean felices.

Y, para ello, cada una trata de ofrecer los recursos personales y materiales que considera que le ayudarán a lograr una vida feliz (o, al menos, lo más feliz posible).

Cada persona tratará de ofrecer a sus hijas las estrategias y recursos en función de su propia definición de felicidad y de su escala de valores.

Sin embargo, si nos planteamos la felicidad relacionada con salud emocional, entonces hemos de cimentar la construcción en base a sensación de seguridad, conciencia de ser aceptada incondicionalmente por las figuras de referencia, experiencia de sostén emocional y atención no violenta en los conflictos.

Esta sería la base necesaria para desarrollar una salud emocional aceptable y, desde ella, poder construir una vida feliz. Las niñas y los niños necesitan poder sentirse seguras.