Desobediencia, ira, autoridad y aceptación incondicional

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El otro día, en una de las reuniones de grupo de Maternidad Feliz, Crianza Respetada, surgió un tema que me resultó tremendamente interesante y no quería dejar de compartir.

Una mujer de las que participa en este proceso de crecimiento personal, expresaba al grupo de compañeras, su enorme malestar porque sentía estar en una “guerra” literal con su hija de tres años.

Sentía que la niña la desobedecía y eso le generaba un enorme malestar, mucha ira y agresividad. Se sentía en una lucha con su hija que tenía que ganar y se reprochaba a sí misma el ser incapaz de gestionar estos enfados, de lograr que la niña obedeciese.

Lo primero que le pregunté es por qué era tan importante para ella que la niña le obedeciese. Nos respondió que porque no quería perder su autoridad.

La siguiente cuestión fue por qué era tan importante para ella preservar su autoridad, dónde se situaban sus miedos a perderla, qué sentía que se ponía en peligro si la perdía.

Pues bien, después de una interesante reflexión del grupo, esta mujer reconoció que, para ella, el hecho de que su hija no la obedeciese estaba marcado por varios pensamientos negativos:

Que su hija la desobedezca, para ella; significa falta de amor de la niña hacia ella

También significa que ella fracasa como madre, que no logra que su hija le haga caso

Además, interpreta que no están sucediendo las cosas tal como “deberían” ser: parte de la creencia de que las niñas deberían obedecer a sus madres.

Por otra parte, vive la desobediencia de su hija como una ofensa personal hacia ella, como una acción dirigida a cuestionarla a ella.

Así, lo que se escondía detrás de ese enfado por la desobediencia de su hija era, en realidad, el temor a no ser querida, a no ser aceptada o validada en su papel de madre y a no cumplir con el ideal personal sobre cómo deben ser las relaciones entre madres e hijas.

En este caso, surge la reflexión sobre la percepción personal de aceptación incondicional. Esta madre no siente dicha incondicionalidad y, por ello, interpreta la desobediencia como una amenaza a los afectos y a la pertenencia al grupo como madre.

Así, y ya alejándome del caso concreto que introducía el tema, me planteo si, en cierto modo, estamos condicionando los afectos, el amor, la aceptación social a la posesión de control sobre el otro. Es decir, si te controlo, si haces lo que yo quiero, si atiendes mis órdenes, me siento segura en cuanto a la relación afectiva que nos une, me siento socialmente aceptada y exitosa como madre.

Sin embargo, si me desobedeces, me siento insegura en cuanto a nuestra relación afectiva y en cuanto la valoración social hacia mí como madre.

Se busca la aceptación en los demás, en lo exterior, olvidando que, en esencia, lo que necesitamos es autoaceptarnos incondicionalmente nosotras mismas. La autoaceptación incondicional nos permitirá desligar afectos y auto valoraciones de circunstancias externas relacionadas con el control al otro y la necesidad de ser siempre complacidas (o de complacer siempre)

El discurso construido desde la creencia de que los niños deberían obedecer a sus padres y la asociación de los afectos con complacer al otro por encima de la voluntad personal pueden estar teniendo una importante función en el proceso anteriormente descrito.

¿Hasta qué punto hemos confundido amar con complacer ciegamente? ¿Hasta qué punto nos hemos creído que nuestra valía personal parte del juicio social relacionado con la autoridad? ¿En qué medida nos hace, esto, entrar en absurdas luchas de poder con nuestros hijos que sólo nos desgastan emocionalmente y debilitan la relación con ellos?

Creo que es importante que nos replanteemos estos conceptos, estas creencias, estas emociones que hay detrás del enfado porque nos desobedecen, pues, en muchos casos, tras ese enfado se esconden aspectos mucho más profundos que nos afectan a un nivel mucho mayor.

Mónica Serrano Muñoz
Psicóloga especializada en Mujer, Maternidad y Crianza Respetuosa, Desarrollo Personal

Col. Núm. M26931
Consulta, terapia, grupos de apoyo, asesoramiento
Petición de información en: info@psicologiaycrianza.com 

Formación anual en maternidad consciente y crianza respetuosa: Maternidad Feliz, Crianza Respetada https://www.psicologiaycrianza.com/maternidad-feliz-crianza-respetada/
 

 

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7 comentarios en «Desobediencia, ira, autoridad y aceptación incondicional»

  1. Justo estaba pensando en eso. Mi hija de 5 años cuando se equivoca al hacer la tarea, se burla o hace bromas y yo me enfurezco. El problema no está en ella sino en mí. Me siento muy mal por enojarme con ella, muy culpable.

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    • Si eres capaz de recapacitar no será tan grave… Díselo y que aprenda esa otra faceta de ti, tan buena. Nadie es perfecto, ni siquiera su madre.
      Un saludo

      Responder
  2. Me interesa este tema porque mi hija tiene 14 meses, pero desde pequeñita tiene su caracter y a veces se rehusa hacer cosas como vestirse, colocarse el pañal, que le peinen, tomar medicinas, entre otras y la verdad, trato en lo que pueda de armarme de paciencia para no enfadarme, es cierto lo que usted dice: una se siente que fracasa en su papel de madre si sus hijos le desobedecen y el enfado es porque no se sabe manejar la situacion, el berrinche, sin embargo, tengo una duda grande: si uno no hace que sus hijos le obedezcan acaso ellos no le pierden el respeto a una como madre y luego se transformarán en unos niños que no reconocen figuras de autoridad?

    Responder
    • Me pasa exactamente lo mismo con mi hijo de 9 meses, de todo se ríe él.. si obtuvo alguna respuesta por favor la quisiera saber… muchas gracias!!!

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  3. Me pasa lo mismo, pero primero pediría que me.dijeran para uds que es la.obediencia y como se maneja (pero con ejemplos) para no.llegar a estas luchas de poder y todo lo que conlleva.
    Saludos

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  4. Creo que la autoridad y la estima se dan la mano. Echar abajo todos esos prejuicios y tabues de mama perfecta, y o inmiscuirse en la de otras sin pedirlo a cambio, ni dejar que se inmiscuyan en tus asuntos, valores, principios, en tu estilo propio de vida y autoridad seria lo ideal. Creo que al final hay formas, maneras, modelos, normas, reglas, estilos como familias y personas, llegar a un consenso de respeto por esa diferencias seria lo ideal. Para alla vamos, auoaceptandonos y conservando nuestra valia y estima bien en alto es VITAL 3>.

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  5. Buen día,

    Tengo un hijo de 2 años, 9 meses.
    Y está en un pico de travesuras, pero también de oposición y desobediencia.

    Ahora bien, si él desordena -como hoy- su caja de juguetes, y la desparrama por el piso, debo enseñarle que cuando termina, él tiene que ordenarla, y no yo -como él pretende.

    Si yo espero a que lo ordene cuando quiere, o bien lo ordeno yo (sería lo más rápido, y me ahorro un berrinche), le estoy haciendo mal, porque le estoy enseñando que él juega y otros ordenan.
    Y si dejo que lo haga cuando quiera, le enseño “la postergación”, la pereza.

    No quiero que me obedezca incondicionalmente, porque no quiero que él sea sumiso, conmigo ni con nadie.

    Cuando quiero ponerle un límite, viene el berrinche, me quiere morder, me pega….
    Yo me controlo muchísimas veces, y le digo: No se pega, hace mal, me haces mal…
    Muchas veces uso también un tono de sorpresa y digo: Quéee? Qué estás haciendo? A ver, respira profundo, reflexiona.
    Y muchas veces, cuando detecto el motivo, le digo luego: Estás enojado por …., te sentís frustrado por….

    Pero hoy, luego de varios berrinches en el transcurso de 2 horas, le pegué un cachetazo y una buena palmada en la cola y me sentí muy mal luego. Cierto, se puso como loco porque le dije que ordenara sus juguetes tirados por el suelo. Y me quiso morder, luego de pegarme. No me justifico, pero estaba yo al borde.
    En estas 2 últimas semanas está en un pico de desobediencia, y me encuentro también gritándole bastante.

    Son poquísimas las veces que se me ha ido la mano, pero no reconoce límites.

    Su papá y yo estamos en sintonía y hay consistencia, pero estamos ya muy cansados porque hace casi 1 año y medio que estamos trabajando en esto, y me está dando dudas de que esté en el camino correcto. Claro, hubo avances y retrocesos de parte de mi niño, pero estas 2 últimas semanas son un infierno.

    Muchísimas gracias por leer mi comentario!
    Luciana

    Responder

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